lunes, 17 de mayo de 2010

Nuestras palabras son importantes

Podemos arrepentirnos de nuestro chisme. ¡Pero resulta casi imposible borrar su efecto! De alguna manera se perpetúa de oído en oído mucho después de darnos cuenta que no debimos hablar en contra de otra persona. He visto reputaciones arruinadas para siempre porque una persona rumoreó una historia.
Mi madre me enseñó una dura lección cuando tenía 13 años. Ella me escuchó comentar algo acerca de una niña en mi escuela. Le dije a un amigo que pensaba que ella era una "prostituta". Me madre me dio una bofetada en la boca, averiguó el nombre y dirección de la muchacha y me llevó a su casa e hizo que le pidiera perdón por lo que había dicho de ella.
Después de mi disculpa embarazosa, volví al carro con mi mamá y ella me dijo: "Sabes, David, tengo que admitir que se ve como una prostituta, pero nunca seas el que arruine la reputación de una persona". El siguiente día en la escuela fue otra historia. La muchacha le contó a todo el mundo el episodio. No puedo poner en palabras cómo me sentí todo aquel día.
Nuestras palabras son importantes, podemos levantar a otras personas o podemos destruirlas. Podemos utilizar nuestras palabras para animar o desanimar: Podemos usarlas para hacerle la vida a alguien más fácil o imposible.
Y lo más importante es que nuestras palabras nos seguirán hasta el Día del Juicio.
"..Mas yo digo que de toda palabra ociosa que hablen los hombres, de ella darán cuenta en el día del juicio. Porque por tus palabras serás justificado, y por tus palabras serás condenado.." (Mateo 12: 36 y 37)
Pastor David Barlock (Del libro "Reflexiones para el camino")

No hay comentarios:

Publicar un comentario