jueves, 28 de octubre de 2010

El comienzo de la obra en Jujuy

Cuando llegué a la ciudad de San Salvador de Jujuy, con una pequeña valija y recién casado, fui totalmente ignorado por todas las iglesias de la ciudad. Hacía un año que estábamos en la ciudad de Río Gallegos atendiendo una iglesia y Dios comenzó a despertar una carga muy definida por Jujuy. Hasta ese momento yo había trabajado en la provincia de Salta comenzando una obra en la ciudad de Embarcación y luego me trasladé a la ciudad de Palpalá, en donde también comencé la obra del Señor, y estando allí yo pensaba en San Salvador de Jujuy: “..¿Cómo entrar? ¿Cómo andar? ¿Qué hacer?..”
Veía una ciudad difícil. No tenía medios ni conocidos. Carecía de respaldo económico. ¡No tenía nada! Hasta que el Señor abrió una puerta en la ciudad del Libertador General San Martín donde hoy en día hay una obra, y luego en otra ciudad más allá, siempre comenzando de abajo. Predicaba en las esquinas con un acordeón y algunas veces llevaba un pequeño parlante. Recorría las plazas y las calles anunciando la palabra del Señor. Estando allí hay una conexión con una familia, que se entrega a Cristo y abre su casa y sus brazos, diciendo: “..nosotros queremos que vaya a la ciudad de Jujuy para que comenzar una obra..” ¡Aleluya! ¡Cómo prepara Dios todas las cosas!
Yo había tratado de hacer las cosas de acuerdo al razonamiento mío. Testificando solito y tratando de rodear la ciudad llevando el evangelio casa por casa, pero ví que de esa manera se hacía bastante bravo abrir una puerta. Entonces, Dios me lleva a estas ciudades que mencioné y allí prepara esta puerta.
Comenzamos a hacer reuniones familiares en esta casa, y estando ya unos meses nos fuimos al sur, pero estando en el sur Dios comenzó a despertar una carga. Comenzó a poner en mi corazón la ciudad de Jujuy de tal manera que me quitaba el sueño. Lloraba cada vez que oraba. Cada vez que pensaba en el norte y en esta ciudad especialmente, mi alma gemía y lloraba. Cada vez que oraba derramaba muchas lágrimas.
Compartí esto con el hermano Samuel Sórensen en una Convención de Mar del Plata y él me dijo: “..hijo...Dios te quiere y te necesita nuevamente allá..” así que volvimos a Río Gallegos, preparamos las cosas y salimos de una punta a la otra del país. Algunas cosas que teníamos la trajimos en barco hasta Buenos Aires, para luego seguir en tren hasta San Salvador de Jujuy.
No sabíamos lo que nos esperaba. No sabíamos como iba a ser la cosa, pero nos llevamos una sorpresa. Cuando llegamos a la estación, sin saber a donde ir, y con poco dinero para alquilar, esta familia de la que les hablé antes estaba en la estación esperándonos. Nos dijeron: “..Vengan a nuestra casa, quédense con nosotros..” ¡Bendito sea el nombre del Señor!
Así comenzó la obra de Dios en San Salvador de Jujuy. Hicimos la campaña con nuestro querido hermano Oscar en el año 1968 y como resultado de esa campaña Dios proveyó el terreno donde estamos actualmente.
Hoy en día, damos gracias a Dios por los obreros que han salido. Varios de ellos están en la provincia, algunos en otras provincias y aún en otros países. Pero en estos días ha surgido un nuevo clamor en mi alma: “..Señor... ¿Estoy haciendo todo para lo cual tu me has enviado a esta ciudad?..”, porque veo con desesperación que la ciudad se agranda. De los cientoveinte mil habitantes que había cuando llegamos, ahora hay casi cuatrocientos mil habitantes.
Cada vez que voy por la ciudad no voy mirando vidrieras ni mirando las calles, VOY MIRANDO A LA GENTE, y mi corazón se inquieta dentro mío por multitudes que van y vienen y pregunto: “..Señor, ¿Qué puedo hacer? ¿Qué tengo que hacer para que venga a esta ciudad un nuevo mover..? Dame una gracia para poder llegar a toda esta gente..”
Mi corazón se desespera realmente. Mi corazón quiere saltar dentro mío porque veo, (de la misma manera que Pablo), la ciudad entregada a la idolatría, a la violencia, a la pobreza, a la miseria. ¿Cómo es tu ciudad Pastor querido? ¿Hay una carga dentro de tu alma? Dios no te ha enviado para que plantes un negocio o alguna otra actividad y luego empezar a hacer las cosas. ¡NO! ¡Dios nos ha enviado para que anunciemos y prediquemos la palabra de Dios y para hacer la obra que Él nos ha enviado a hacer para su honra y su gloria!
Pastor Julio Flores (La visión de Dios para una ciudad)

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