sábado, 4 de mayo de 2013

Camina en pos del sueño que Dios puso en tu corazón

Asi transcurrió mi vida hasta los 35 años. Llegué a pensar que la paz y la felicidad eran imposibles de alcanzar, que el hombre no puede ser feliz en la tierra. Pero ese día, ese 19 de mayo de 1979, Dios trajo un hombre desde muy lejos a predicar a Argentina a un pequeño grupo, y yo estaba para ver que ocurría. Me llamaban la atención las cosas sobrenaturales que ocurrían en esas reuniones.
No fui a buscar nada, fui por simple curiosidad. Pero mientras el predicador daba su mensaje, hubo una persona que me empezó a hablar. Esa persona era el Espíritu Santo, y me dijo: “..Si le entregas el corazón a Jesús, el va a cambiar tu vida y te va a quitar los temores..” Yo estaba lleno de temores. Temor al futuro, temor a perder mis hijos, temor a todo, pero ¿Qué ocurrió? Ese día, cuando el predicador dijo: “..¿Cuántos necesitan a Jesús?..” Y yo recuerdo que estaba llorando y a mi esposa que estaba a mi lado y también lloraba, le toco el hombro y le dije: “..María, ¿Querés recibir a Jesús conmigo?..” Ella me dijo: “..Hace mucho tiempo que necesito a Jesús..” y allí recibimos a Jesús en nuestras vidas, que nunca más volvió a ser la misma.
Este hecho me marcó. ¿Saben por qué?
Porque hay miles de millones de hombres y mujeres en la tierra en esta situación. Que no saben como encontrar el camino a la vida, a la esperanza, a la paz, a la felicidad, y hay muchos que lo buscan desesperadamente, y no hay quién les hable de Jesús. Eso me marcó y puso el deseo en mi corazón de hablarle a la gente de ese Jesús que en un segundo había cambiado mi vida. Me había dado todo aquello que yo no pude comprar.
Allí comienza la historia. Cuando conozco a Jesús y mi vida cambió, se produjo una revolución en mi vida, todo fue diferente al otro día. Miraba los pájaros, y los veía hermosos, las plantas, las flores, comencé a saludar a la gente, y ni te cuento cuando recibí el bautismo del Espíritu Santo. Dios me dio un corazón para la gente, de tal manera que los veía caminando por la calle y llorando le decía al Señor: “..Ellos están como yo estaba, y no te conocen, ¡Que bueno sería hablarles de ti!..”
Así comenzó un trabajo de Dios en mi vida, pero yo aprendí que Dios me preparó desde muy pequeño, dándome valor, fuerza y dedicación al trabajo. Cuando yo le dije al Señor: “..¡Yo Quiero servirte!..”, lo primero que Dios me dijo: “..Tú me vas a servir, pero el mismo ahínco, el mismo esfuerzo, y la misma cultura de trabajo que pusiste en tu vida, ahora será para mí..”
Por eso, yo puedo decirles que Dios nos prepara. En cada paso que damos en la vida, Dios nos va llevando de la mano. Nada de lo que ha ocurrido en tu vida es casualidad. Dios nos va preparando para el trabajo maravilloso que es predicar el evangelio, servir a Dios y servir a la gente para la gloria de nuestro Señor Jesucristo. ¡Dios tiene un plan con tu vida! Y yo puedo asegurarte que si cumples la voluntad de Dios vas a caminar en esta tierra de gloria en gloria, de bendición en bendición, de poder en poder y nada te faltará. Por eso, es importante que preguntes como Saulo de Tarso: “..Señor, ¿Qué quieres que yo haga?..” Y cuando el Señor te hable, ¡Cumple su voluntad! ¡Nada te aparte de ese sueño! ¡De esa buena idea que Dios puso en tu corazón! Ni tus propios intereses, ni los intereses de terceros, sino camina en pos de ese sueño que el Señor puso en tu corazón por la gente, por los perdidos, por los que no conocen a Jesús.
Evangelista Carlos Annacondia (Hebrón 2011)


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