
Cuando Isaías tuvo la visión no entró en soberbia. De pronto nosotros, tenemos una manifestación linda del Señor, y en vez de humillarnos, tenemos la tendencia a exaltarnos. Pero Isaías dijo:
"..Ay de mí, Ay de mí, que me voy a morir..porque soy inmundo de labios.." No es que era tan inmundo, pero viendo tanta gloria se consideró sucio y pecador, y yo quiero decirle que cuando estemos contemplando la gloria del Señor, no nos vamos a ver muy dignos. Si usted se siente muy digno ¡Tenga cuidado! porque solo la sangre de Jesucristo nos dignifica. Cuando Isaías vio la visión se humilló y se quebrantó. ¡Qué bueno es humillarse!
Yo me pregunto: ¿Con qué actitud estamos en la casa de Dios? ¿Cómo venimos a cada culto? ¿Venimos solo a ver qué pasa, o qué se predica? ¿Venimos a mirar hacia nuestro alrededor sin contemplar al Señor? Isaías dijo:
"..han visto mis ojos al Rey..", ¿Por qué no cambiamos de actitud para venir a la Iglesia? Si pudiéramos decir en la sencillez:
"..Señor, hoy vengo a tu presencia, déjame experimentar esa gracia, déjame contemplarte un poquito Señor, aunque no pueda ver algo tan gigantesco como Isaías, quiero sentir tu Presencia.."Si usted y yo pudiéramos tener esa actitud, Dios no va a fallar, pero si de pronto venimos con una actitud de enojo, de queja, y con una guerra interior dentro de nosotros, no vamos a recibir nada.
Creo con todo mi corazón que cada vez que entramos en la casa de Dios deberíamos entrar por sus atrios con la actitud que nos enseña el Salmo 100:
“..con acción de gracias..” y con una actitud humilde, porque no podemos estar en su Presencia con una actitud de suficiencia, Isaías clamó ¡AY DE MI!, y nosotros: ¿Qué tendremos que decir? ¡SEÑOR, LAVAME EN TU SANGRE!
Cuando Isaías exclamó
"..¡Ay de mí!.." un serafín tomó unas brazas del altar, y con esa brasa tocó su boca. Yo necesito ese toque día por día, culto tras culto, y ese es el espíritu adecuado para recibir el toque del Señor. ¿Me está entendiendo en esta noche hermano?. Si queremos recibir, tenemos que llorar en su Presencia. Lloremos en la presencia de Dios porque Dios se glorifica en medio de las lágrimas,
“..Bienaventurados los que lloran, porque ellos recibirán consolación..” Qué bueno es poder quebrantarnos en la presencia del Señor.
Quizás Isaías pensó que esa brasa lo iba a quemar vivo, pero ese era un fuego celestial, fuego que va a quemar para bien, que va a quemar impurezas, que va a quemar lo que no sirve. Cuando el ángel le dice
"..y es quitada tu culpa, y limpio tu pecado.." es todo una figura. Se la voy a explicar sencillamente. En ese altar, era quemado el resto de la víctima. En ese fuego había habido derramamiento de sangre y el fuego la consumía y subía como holocausto y olor suave a la Presencia de Dios.
Todo simboliza la obra de Cristo en la Cruz. Jesús pasó todo ese fuego de la prueba, y con un solo sacrificio nos hizo perfectos para siempre y ahora podemos disfrutar de la Presencia de Dios. Piense un poquito ahora, cuando Isaías se humilló y se quebrantó vino ese toque de Dios, vino esa brasa del altar que tocó sus labios. Cuántas veces queremos un toque de Dios, pero nos falta decir:
"..Señor ten misericordia, lávame en tu sangre salvadora, límpiame de toda mi maldad.., yo no sirvo, yo me equivoco, pero tu eres Rey.."Nosotros no decimos
"..Ay de mi.." Nos sentimos muy buenitos, muy excelentes, casi necesitamos que nos rindan honra y pleitesía, pero el único que merece honra y gloria es Dios. ¿Sigues queriendo ese toque? Qué lindo es que reunión tras reunión, antes de llegar a la casa del Señor vayamos preparando nuestro espíritu, diciendo:
"..háblame Señor, perdóname, lávame, límpiame, ayúdame.." Si estás con ese espíritu adecuado te digo que no va a terminar el culto sin que tengas un toque del Señor, ya sea en los cánticos o en la palabra vas a tener ese toque del Señor.
Pastor Orlando García (El proceso de la humillación y quebrantamiento)